La segunda tradición prehispánica que hemos heredado proviene de las
tierras mayas de la península de Yucatán y de Guatemala.
El libro más conocido de esa área es el Popol Vuh, o el Libro del Consejo del pueblo
Maya-Quiché. Gracias a él conocemos los actos de Hun-Hunahpú y su hermano
Vucub-Hunahpú y de cómo fueron engañados por los señores de Xibalbá, el inframundo maya. Al ser
derrotados, los hermanos fueron sacrificados y a Hun-Hunahpú le cortaron la
cabeza, incrustándola junto a un árbol que se encontraba en el camino, mientras
que a su hermano lo enterraron debajo de la raíz.
En el momento en que la cabeza del héroe fue puesta en el árbol, éste
comenzó a florecer y dar frutos como nunca antes lo había hecho. Fue entonces
que los señores de Xibalba decidieron resguardarlos para que nadie más se acercara a ellos; al
mismo tiempo llegaron a la conclusión de que harían cualquier cosa con tal de
que nadie más conociera la planta. Hoy, gracias a los estudios que se han hecho
sobre iconografía, sabemos que la cabeza de Hun-Hunahpú hizo que el árbol se
convirtiera en un cacao.
Tiempo después, dentro del relato, una mujer que había escuchado las
precauciones de los señores de Xibalba para resguardar los frutos, se llenó de curiosidad y fue a contemplar
la belleza del lugar. Sobre del árbol apareció la cabeza de Hun-Hunahpú, quien
escupió en su mano, embarazándola de Hunahpú y de Ixbalanqué, los principales
héroes mayas y los que se encargarían de derrotar a los señores del inframundo
antes de convertirse en nuestro Sol y Luna. La importancia otorgada a la planta
del cacao no ha podido ser mayor.